sábado, 15 de agosto de 2009

Colores Santos

“Andabamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”
                                                                      -Horacio Oliveira-

Aunque por primera vez no tengo ganas de dar un sinfín de vueltas para buscarme y contar la historia de una forma u otra es difícil contar la historia con ápices de coherencia pues coherencia precisamente es mi más escaso don últimamente. Y muy poco a mi reciente costumbre caminaba a ese encuentro que me debía una montaña de desvelos y cigarrillos, con los pulmones llenos de un aire con sabor a nuevo, en camino al encuentro de mi mente que tenia ya bastante tiempo lejos de mí, esperándome junto a ti.

Repleto de la insensatez que desenvuelve cada paso que doy en dirección a ti, llegue al instante en que de forma estimada y anunciada dentro de mí, la tercera revolución daría inicio, con instantes como horas y minutos como el día pero con el día como un efímero y eterno momento de felicidad, con el primer acto de maquinación cósmica que es tu sonrisa que no paraliza el constante movimiento del universo por mera coincidencia y por suerte para los mortales. Y sin darme cuenta ya estabas junto a mí en el primer vuelo al comienzo de mi nueva vida, sin darte cuenta que tu voz era el perfume embriagador que aceleraba el caos de un nuevo génesis.

Y entonces caminamos y reímos, y mi pacto se firma con sangre mientras le grito al cielo que estoy en llamas por el claroscuro de tus ojos, y callamos y nos perdimos y me miraste y te mire y encendía un cigarrillo cuando mis labios no soportaban mas las ganas de perderse de una vez y para siempre en los tuyos. Y seguiste riendo, sin pensar que todo por una vez en la vida salía de acuerdo al sueño premeditado de los desvelos anteriores, con el oleo y el piano bailando entre nosotros, conmigo dejando muy abajo el suelo, con las ganas de inventar una nueva forma de besar, para besarte y regalarte el inifinito.

Pero sigues riendo, con tus ojos, con tus labios, y esos ojos… y los ecos rebotan infinitamente en la incontable marea de luz que ahora es la ciudad bajo el recuerdo de aquel día, de tu día. Como un guiño celestial, un fuego artificial irrumpe en el infinito negro que se funde en el horizonte, entiendo el mensaje, la confabulación cósmica por regalarme ese día, pero el regalo llego a su fin y aunque no pueda negar que el sueño nunca terminara por que el sueño eres tu, solo puedo resignarme a la verdad, el sueño nunca se hará realidad.

2 comentarios:

Sal dijo...

como mi msn es una porquería comentaré aquí
qué cosa!
maldito final, pero aun así literariamente magnífico
por cierto...mejoró drásticamente esa ortografía =D
y aún no entiendo todo

elarboldorado dijo...

Te voy a extrañar, aunque no compartimos mucho tiempo juntos :(